Definitivamente
cuando los gobiernos son light todo
lo que pasa al rededor termina siendo igual. No sé cuánto tiempo más el país va
a resistir este desgobierno, este caos y el desgreño del gobierno central por
las regiones y sus problemáticas. Lo ocurrido en Buenaventura es muy grave; los
problemas sociales, de pobreza, de violencia y de narcotráfico la convirtieron
en un polvorín.
El
presidente al fin hizo su paseo a Washington y lo hizo como a él le gusta: con una
comitiva nutrida, costosa e innecesaria ¿para qué llevar tantas personas cuando
la situación fiscal está tan difícil?
Se
reunió con el presidente Trump sin que hubiera la más remota trascendencia. Seguro
la reunión fue conseguida por alguna de las oficinas de lobby que contrata el
gobierno a unos costos exorbitantes; el ego no tiene precio.
Me
imagino que la reunión transcurrió con Santos hablando del proceso de paz y
Trump preguntando por los cultivos de coca. Creo que ninguno de los dos le puso
atención al otro y es que eso es lógico; Estados Unidos ha girado recursos para
la erradicación que han sido botados a la caneca los últimos dos años al
detener la fumigación aérea para complacer a las Farc.
Tristemente
el gobierno Santos no tiene otro discurso. Desde hace como 5 años solo habla
del proceso de paz y es por eso que todo va por mal camino. La economía creció
el primer trimestre un triste 1.1%, dato muy malo. La seguridad está pasando
también por un muy mal momento -por favor ayúdenme a pensar algo que esté
funcionando diferente al crecimiento de los cultivos de coca-.
Y es
que el mono-tema también va mal. El proceso se salió de curso hace mucho y el
empoderamiento de los cabecillas de las Farc hace que solo se haga lo que ellos
digan de manera que ellos parecen el verdadero gobierno. Yo lo seguiré repitiendo
cuantas veces sea necesario: desde el 2 de octubre, día en que se desconoció la
voluntad del pueblo colombiano, el proceso está en jaque así traten de venderlo
internacionalmente como exitoso. Las Farc no han cumplido con nada de lo que se
comprometieron y los responsables de verificar cierran los ojos y se hacen los
pendejos.
Pero
el hecho más escandaloso que tiene a los colombianos consternados es la llamada
que se supone hizo el presidente Santos al cabecilla mayor, alias Timochenko,
justo después de la reunión con Trump. No queda claro para qué es la llamada,
pero sí nos invita a pensar en quién manda a quién y en qué hace un presidente
de un país llamando a un terrorista para rendirle cuentas. Qué compromisos
adicionales hay y qué nos falta por conocer de los acuerdos son unos grandes interrogantes
que se ciernen sobre nuestro futuro y, parafraseando, todo por un nobel.
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