lunes, 10 de julio de 2017

Chantaje

Cada vez produce más desasosiego para los colombianos leer un periódico o ver noticiero. El régimen no hace más que chantajearnos y repetirnos todos los días que si no apoyamos la farsa volvemos a la guerra.

La encrucijada en al que se encuentra el gobierno Santos es grave. No cuenta con el fervor popular, la economía va en barrena y su única bandera, la mal llamada paz, está enmarañada. Por eso ha tenido que usar toda clase de artimañas para lograr sus cometidos.

El hecho que tenga en su haber las mayorías en el Congreso y en las Cortes no hace otra cosa que generar más rechazo en una población que ve impávida la entrega del país a esa caterva de bandoleros, que nada tienen de revolucionarios y que lo único que les vería bien sería una camisa a rayas.

Los colombianos conocemos de sobra quienes nos gobiernan. Después del robo del plebiscito podemos esperar cualquier cosa; no sería raro que traten de ganar las elecciones del 2018 invocando la guerra urbana o cualquier otra babosada.

El chantaje se acabó y no nos interesa lo que diga el gobierno y su socio de las Farc. Los colombianos necesitamos que la economía reaccione, que se genere empleo, que la confianza retorne y la única vía es un cambio. Debemos derrotar la coalición Santos-Farc y elegir un nuevo presidente que gobierne para los 48 millones de colombianos, no para 6000 bandoleros.

Esta semana vimos impávidos como el gobierno minó la poca confianza que nos quedaba en la justicia. La elección de la nueva magistrada nos dejó claro que la pelea contra el régimen será a muerte, utilizarán los recursos del estado y manipularán todo lo que tengan a su alcance para mantenerse en el poder. No les importa el país, solo seguir en el poder.

Estoy seguro que los colombianos no nos volveremos a equivocar. Debemos ser claros: si en el 2018 no cambiamos el rumbo del país, podemos ser una Venezuela más pobre y sin petróleo.


El foro de Sao Paulo y el socialismo del siglo XXI no son una opción lógica. Han demostrado donde gobiernan que lo que tocan lo destruyen.

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