En el país del sagrado corazón no
tenemos capacidad de asombro. El presidente Santos le dijo no a la asamblea
constituyente por susto a perder el control frente al uribismo, y terminó haciendo
una constituyente a dedo; con extranjeros, con miembros no representativos, y
con mayoría de las Farc y sus amigos.
Si fuera una Ministra del gobierno
la que estuviera haciendo las cuentas, diría que la Constituyente clandestina
tiene un 8% de representación en promedio. Esto, porque está compuesta por
miembros del gobierno, que tiene una favorabilidad del 13%, y de las Farc, que
tiene una del 3%.
No sabemos en que va a terminar este
esperpento. Lo que se le ha entregado hasta ahora a los Narcoterroristas es de
dimensiones épicas, afortunadamente ellos quieren más, y son capaces de no
firmar por cuenta de su voracidad.
Ahora los áulicos de la paz dicen
que no entienden porqué la comunidad internacional está tan de acuerdo con el
proceso mientras los colombianos no lo están. Claramente la comunidad
internacional nunca ha entendido nuestra situación, no se han puesto a pensar
que están legalizando el tráfico de drogas, la trata de personas y de menores,
y el terrorismo. Qué gobierno extranjero sería capaz de decir que está en
contra de la paz de Colombia, lo mismo haríamos nosotros si nos preguntan si
estamos de acuerdo con la paz de cualquier país como Birmania, seguro
contestaríamos que si.
A cuenta de qué pensamos que la
comunidad internacional es un buen referente de algo cuando lleva callada durante
años ante las atrocidades y desfachateces del chavismo, y ha dejado solo al
pueblo venezolano.
Tengo, a pesar de todo, fe en la
Corte Constitucional, y aspiro que paren al gobierno y a sus secuaces de seguir
violando nuestra Constitución y sus instituciones.
Por último me gustaría mandarle una
reflexión al presidente Santos, y es que la ira que viene cargando las últimas
semanas es mala consejera para tomar decisiones: nada sale claro de una cabeza
caliente, y en el momento en que estamos, se necesita un estadista con cabeza fría para que pueda comandar al
país a un puerto seguro.