miércoles, 27 de julio de 2016

Se sigue engordando la marrana

PRIMERA PAGINA
   
El apetito de foráneos por TES: se sigue engordando la marrana, ¿pero será para tocino?

En un análisis exclusivo para primera página, José Miguel Santamaría, experto en mercados y exsocio y fundador de Correval, plantea que en el negocio de deuda pública interna “somos primerizos en lo que nos está pasando”. Nunca antes los capitales golondrina habían entrado tan fuerte al mercado local, situación que le cae como anillo al dedo al Gobierno de Santos. Sin embargo “al mercado le está pasando como al marrano que alimentan todos los días muy bien, que se siente el rey de la granja, pero no sabe que lo están alistando para convertirlo en Tocino”..

Por: José Miguel Santamaría Uribe*
Primera Página - Agencia de Noticias -

SE SIGUE ENGORDANDO LA MARRANA
Bogotá.-  Para el negocio de deuda pública interna somos primerizos en lo que nos está pasando. Nunca antes los fondos de capital extranjero, comúnmente llamado “Capitales Golondrina” habían entrado tan fuertemente al mercado local, además en momentos en que el Gobierno de Juan Manuel Santos más lo necesita.

Pero este cuento, como lo planteé hace unos días, es sombra de un día. Al mercado le está pasando como al marrano que alimentan muy bien todos los días, que siente el rey de la granja, pero que no sabe que lo están alistando para convertirlo en tocino.

Seguramente este viernes el Banco de la República subirá otros 25 puntos básicos la tasa de interés de contracción al 7,75%. Esto para los neófitos quiere decir que los operadores del mercado pueden conseguir recursos del Banco Central a esta tasa a la vista, ó colocar los recursos a la vista en el banco al 6,75%.

Los TES aunque han corregido un poco frente a la tasa más baja del mercado, siguen demasiado abajo así:

-Con una inflación del 8,60%, los inversionistas están desahorrando por todas partes, porque invertir a tasas por debajo de la inflación, más aún cuando existen opciones de inversión mejores a nivel global. Para esto les daré unos ejemplos: todos sabemos que el papel de menos riesgo es el Bono del Tesoro Americano. El de diez años tiene una rentabilidad del 1,50% en dólares; el forward peso dólar de 360 días es del 7,00%, lo que implica que la inversión en pesos de este bono es del 8,60% aproximadamente,que comparado con el TES del 2024, estamos hablando de una diferencia de 140 puntos básicos.

Si hacemos este ejercicio con la misma calidad de deuda y el mismo emisor, con Bonos Yankees emitidos por el Gobierno colombiano en el exterior en dólares, al mismo plazo, se tranzan a una tasa del 3,50%. Con el forward a un año la tasa de rentabilidad en pesos sería del 10,75%, una tasa por encima de la de los TES del 2024. O sea 350 puntos básicos arriba.

Obviamente la cobertura no está hecha por todo el tiempo del título, pero en condiciones normales de mercado este forward se prorroga al diferencial de tasa de interés entre las tasas de contracción de Estados Unidos y Colombia.

Entonces para los inversionistas locales no tiene ningún sentido invertir en títulos a estas tasas. Si los fondos de pensiones no han visto este diferencial, están en otro mundo. Es por eso que los que han bajado esta tasa a estos niveles son los fondos de inversión extranjera. Ellos son especuladores con cantidades grandes de recursos. No les importa la inflación ni la tasa de contracción del Banco de la República. Ellos le juegan a otros temas: la revaluación y, obvio, la valorización de los títulos. Además, son conscientes de que están manipulando el mercado. Se aprovechan de ello.

Ya el viernes pasado Fitch Ratings cambió la perspectiva de deuda de estable a negativa. Todavía no ha llegado lo peor. Si la Reforma Tributaria no pasa como debería, podríamos dejar de ser riesgo de inversión. Esto implicaría que todos estos fondos extranjeros tendrían que salir de estos papeles. Son más de 42 billones de pesos. ¿Quién los va a comprar? No hay comprados para tanto.

Dicen que la semana pasada entraron como $1.5 billones adicionales, y poco ha salido. El Ministerio de Hacienda y Crédito Público se ha hecho es ciego ante lo que pasa. Necesita los recursos. El déficit fiscal está creciendo y el Gobierno tiene la campaña por el Plebiscito en la mira. Tendrán que entregar galones de mermelada para lograr su cometido.

Los operadores locales deberían aprovechar esta demanda para aligerar posiciones, ganarse la valorización y estar preparados para que cuando maten la marrana no los coja llenos.

La nueva batalla

Desde que la Corte Constitucional le dio visto bueno al Plebiscito -y por ende a la nueva constituyente integrada en La Habana por miembros de las Farc, extranjeros y delegados del gobierno- empezó una nueva batalla: la del Sí, el No o la abstención.

Obviamente, todavía no tenemos la sentencia de la Corte como tampoco tenemos los acuerdos, hasta ahora sólo hay borradores de lo acordado.

Pero la aceptación del 13% del umbral no da otra opción a la gran mayoría de colombianos que no estamos de acuerdo con lo pactado, que salir a las calles y pedir el voto por el No. Un umbral tan pequeño hace impensable la opción de la abstención.

El gobierno va a utilizar toda su artillería, legal e ilegal, para lograr que el Sí gane. Esto contempla la utilización de recursos públicos, publicidad cargada y, por supuesto, las Farc armadas en el campo ayudando.

Independientemente que el No pierda, una buena votación por este dejará como constancia que un número grande de colombianos no estamos de acuerdo, que no se nos tuvo en cuenta, que no comemos entero, que somos conscientes que este no es el camino para llegar a la paz y la reconciliación.

Porque si las Farc verdaderamente quieren la paz y la reconciliación, deberían dejar de atacar al establecimiento y a los opositores por su página de internet y por las redes sociales. Deberían más bien agradecer a una sociedad que está dispuesta a recibirlos después de haber sido asesinos, narcotraficantes y haber cometido delitos de lesa humanidad por más de 50 años.

Por otro lado, el gobierno Santos sólo ha cometido errores. El último fue la carta enviada al presidente Uribe a través de la prensa, dejando claro que lo que quería era un efecto mediático y no una verdadera invitación a dialogar. Yo personalmente pienso que tanto las Farc como el gobierno deberían tratar de llevar a Uribe al acuerdo, de esta manera será un acuerdo verdaderamente nacional. Mientras esto no suceda este circo sólo será un acuerdo entre una guerrilla narcotraficante y un gobierno desprestigiado.

No quiero terminar esta columna sin referirme a que el viernes por la tarde Fitch Ratings pasó de estable a negativa su calificación de Colombia. Este es el primer paso para una baja en la calificación; el déficit fiscal ha aumentado más de lo previsto, la reforma tributaria es una obligación este año, y la popularidad del gobierno de golpe no da para tanto.


Gastar a pesar del déficit fiscal y el riesgo país

La Corte Constitucional no ha emitido su concepto sobre la constitucionalidad del plebiscito, ni sobre su umbral, pero el gobierno ya está en campaña por este. Ojalá el gobierno, en su campaña sucia, tuviera la misma rapidez y fortaleza para defender a los colombianos de los atropellos en la frontera venezolana o frente al ELN que anda a sus anchas por el territorio nacional.

Hubo tres sucesos esta semana que muestran que el gobierno Santos sigue utilizando recursos del erario para las elecciones y que no para la contratitis. El primero los casi diez mil millones de contratos para la publicidad de ser pilo paga, y segundo la reunión del Ministro de Hacienda con alcaldes de Cundinamarca entregándoles las regalías como un regalo del gobierno por más de ciento sesenta mil millones de pesos, y el tercero, el contrato a Alfonso Gómez Méndez quién inexplicablemente lo contrataron apenas empezó a ser crítico de temas del gobierno.

Aunque Colombia se sigue viendo mucho mejor fiscalmente que los vecinos, no implica que estemos del todo bien. Es más, no solo ha crecido la deuda como porcentaje del PIB si no que, haciendo un análisis de los tenedores de deuda interna, me encontré con lo siguiente:

1.     La deuda total interna de TES es de 219 billones de pesos de las cuales 148 son en tasa fija y 66 en UVR.
2.     Los mayores tenedores de deuda son los fondos de pensiones con el 26.62%, y los segundos mayores tenedor son fondos de capital extranjero, comúnmente llamados “Capitales Golondrina”, con el 20.36%. Este último es la bobadita de 44 billones de pesos.
3.     Más o menos el 30% de la deuda está siendo fondeada por entidades y fiducia públicas y el Banco de la República.
4.     Banco comerciales tienen el 14%.

Haciendo una suma sobre estos actores del mercado recae mas del 90% de la Deuda Interna. Esto implica una concentración grandísima que hace al mercado muy vulnerable, sobre todo cuando hay parte de esta deuda que no es líquida bien sea por estar en entidades públicas o por estar contabilizada al vencimiento.

¿Pero, cuál es el riesgo? Hay muchos, primero es que la deuda en general está sobre valorizada ya que, teniendo una inflación del 8.60% y una tasa de contracción del Banco de la República del 7.5%, la tasa de negociación del TES de vencimiento del 2030 esta en el 7.60% y del vencimiento del 2018, 6,70%, tasas bastante por debajo de la inflación. Los inversionistas están des-ahorrando, a menos que la inflación no sea para ellos relevante. Esos son los fondos de capital extranjero.

Nunca habíamos tenido tantos recursos de Fondos de Capital Extranjero en TES locales. Nunca estos habían puesto las tasas donde quisieron, pero lo que si hemos visto es cuando se van, destrozan los mercados, y el problema es que con esta concentración de tenedores no hay comprador para tanto.

Pero cuándo se van a salir del mercado los Capitales Golondrina, es incierto, pero la realidad es que el riesgo del aumento del déficit, la probabilidad que existe de una baja en la calificación, el Brexit, etc… hacen vulnerables los mercados de países emergentes como el nuestro, como diría alguien, pendejo el último.

Aunque estoy seguro que en el MHCP son conscientes del tema, la mermelada es más importante, tienen que seguir gastando, consiguiendo recursos para mantener el régimen, ganar el plebiscito y entregar contratos a medios de comunicación. La austeridad no está en el diccionario.


Tenemos que ganar las guerras

Para parafrasear al gobierno, pensemos que en Colombia llevamos más de 50 años en guerras y, seguramente, una de estas es la guerra frente a las Farc. Pero realmente el colombiano guerrea todos los días por cosas que él considera más importantes y a las cuales el gobierno Santos no les ha puesto el más mínimo cuidado.

Según la última encuesta de Ipsos, los principales problemas que aquejan a los colombianos son la inseguridad urbana, el desempleo, la crisis económica, la corrupción, el costo de vida y -hasta el sexto lugar- está el tema de la paz. Sin embargo, este ha sido el programa bandera del gobierno sin ser un tema tan relevante para los colombianos.

La guerra contra la inseguridad urbana de lejos la va perdiendo el gobierno, quien además ha sacado adelante normas que agrandan el problema. El tema de la dosis mínima, de la aprobación del consumo de marihuana medicinal, la indiferencia ante las ollas que hay en todas las ciudades, el auge del microtráfico, y la impunidad al mayor cartel de la droga hacen inviable ganar esta guerra.

Sobre el desempleo hay que anotar que ha venido bajando así no estén libres de cuestionamientos los dos factores que han ayudado a esto. El primero es el cambio de la metodología que se usa para medición, en donde una persona que haya trabajado una hora en la semana se considera que no es desempleado, el segundo es el empleo público que en este gobierno ha crecido bastante.

La crisis económica ha derivado en un aumento de la inflación que cogió por sorpresa al gobierno y pesar de las continuas alzas en la tasa de interés por parte del Banco de la República no ha podido doblegarla. Uniendo esto con el costo de vida obtenemos una guerra perdida en la cual la población vulnerable es la más afectada recibiendo esa inflación como el peor impuesto posible.

Aunque la lucha contra la corrupción debería ser la principal guerra a ganar, esta no solamente ha sido relegada si no que el gobierno, para lograr sus objetivos, la ha aumentado en niveles nunca antes vistos. La mermelada para políticos afines al gobierno, la ayuda gubernamental en la elección de alcaldes y gobernadores con mala reputación, pero dispuestos a acompañarlos, y la entrega de contratos a empresarios alineados es alarmante.


Definitivamente Colombia necesita cambiar de rumbo, que la persona que rija los destinos del país esté alineada con los problemas que más aquejan a los colombianos. Debemos, ese 66% que estamos en desacuerdo en cómo se está manejando el país, conseguir un candidato para el 2018 probo, que pueda hacer la diferencia, que esté alejado de los vicios de política tradicional, que esté dispuesto a darse la pela por un país que verdaderamente lo necesita, y que no le guste el poker. Esa es la próxima guerra a ganar.

Vuelve y juega

Las entidades financieras son diferentes al resto de las compañías, tienen diferente vigilancia, y por ende diferente reglas de juego. Por eso lo de Estraval se veía venir desde hacía tiempo, es una compañía dedicada a la intermediación de diferentes tipos de créditos o pagares que no era vigilada por la Superintendencia Financiera, ni cumplía con sus estándares.

Al Estado le cabe mucha responsabilidad en estos temas, primero porque no es el primer caso, y segundo porque hay un vacío en el mercado que lo están supliendo entidades no vigiladas por tener una regulación demasiado rígida, teniendo como efecto que para las entidades financieras sea inviable entrar a ese negocio.

Si como dicen Colombia es uno de los países mas desiguales del mundo, entonces tiene gran cantidad de personas con escasos recursos, que requieren de crédito pequeños, y que no tienen más opción que recurrir al gota gota o a créditos extrabancarios ya que no están bancarizados.

Un crédito de un millón de pesos colocado a la tasa máxima legal y a 36 meses paga mensualmente alrededor de 42.000 pesos de cuota, de los cuales más o menos 15.000  son intereses y el resto es capital. Ese valor de los intereses claramente no cubre el estudio de crédito, el recaudo, el extracto etc., si queremos que entidades financieras entren al microcrédito deben poder cobrar intereses mas altos.

Existen casos de éxito en diferentes países, como Bangladesh, donde el tema de la tasa de interés es secundario. Lo importante es el acceso al crédito.

Además, los estudios de crédito tradicionales no caben en estos porque la mayoría no tienen referencia bancaria, ni certificado de ingresos y retenciones, y mucho menos un inmueble para respaldar el crédito.

Es hora que tanto el Ministerio de Hacienda, a través de la Unidad de Regulación Financiera, y la Superintendencia Financiera tomen cartas en el asunto. Deben regular mucho más a fondo al microcrédito para que los originadores independientes tomen control del mercado extra bancario, un mercado que todos saben donde está pero se hacen los de la vista gorda. Existe mucha cooperativa de garaje sin capital y sin conocimiento en este mercado.

La Superintendencia Financiera no puede seguir siendo un invitado de piedra en estos escándalos, pero para eso deben darle recursos. Con lo que tiene hoy, no está en capacidad de vigilar y hacer seguimiento a estas entidades.


Si no se organiza esta parte del mercado seguiremos teniendo captadores ilegales, cobradores con pistola de crédito gota a gota’, pirámides o efectos Ponzi.

Informacion amplísima

Durante toda la semana busqué información pensando sobre que escribir la generosa columna que me publican en “Los Irreverentes”, Colombia es un país de muchos y diversos temas de interés, pero nuestro presidente solo quiere que hablen de él; que hablen bien o mal, pero que hablen. Sus salidas en falso dan para libro, la última, por el lugar donde la dijo, maltrata la inversión extranjera en el país.

El país está dividido entre los que piensan que los acuerdos que están pactados en La Habana son perjudiciales para el país, y el resto, un grupo de personas que siempre han sido indiferentes a la política y a todo, que no les ha importado ni informarse sobre lo que se está firmando y entregando y que firmaran lo que sea, pero, que al final son más.

Y todo el problema es la falta de información “amplísima” que deberíamos tener todos los colombianos para entender qué se esta firmando. Desafortunadamente, esa información no existe, en los acuerdos que se pueden revisar a través de internet no están los temas de relevancia ni el cómo de estos. Esto hace que exista la Resistencia Civil, y que el gobierno haya tenido que comprar al Congreso para pasar las leyes que necesita para firmar a su gusto.

Por primera vez en la historia de Colombia un Congreso entrega sus derechos de legislar y reformar la Constitución a una guerrilla narcotraficante, inclusive, sin conocer que va a quedar pegado en la Constitución -porque nadie sabe el grueso de los acuerdos-.

Pasaremos a la historia mundial por tener la Constitución más larga y confusa del mundo, la que más derechos fundamentales tiene, y el Estado que menos los cumple.

Al final lo que mejor ha hecho el gobierno Santos ha sido el manejo de los medios, los tiene todos a sus pies y por eso los colombianos no tenemos la información amplísima que deberíamos tener. Solamente tenemos publirreportajes a miembros del gobierno y la información que esté aprobada desde el Palacio de Nariño. Que la libertad de prensa en Colombia la haya pisoteado y acabado alguien de la entraña misma del periodismo es irónico.

Mientras no tengamos la información suficiente de los acuerdos de La Habana no vale la pena salir a votar un Plebiscito, por lo tanto, no lo votaré.