Cada
día estamos entendiendo más porqué siempre nos dijeron que el acuerdo con las
Farc, firmado y negociado en La Habana, era único y que ningún otro acuerdo se
le parecía. La razón es que nadie, fuera del gobierno Santos, firma algo tan
desventajoso para el país; se les entrego todo lo que pidieron, a cambio de
nada.
Muy
bien lo dijo el ex presidente Pastrana cuando le dijeron que criticaba este
proceso por envidioso ya que él no había sido capaz de hacerlo: dijo que, si les
hubiera dado la cuarta parte de lo que entregó Santos, ellos hubieran firmado.
Desde
que salió por televisión a decir que este proceso no sería de años si no de
meses, le empezó el desespero. Necesitaba firmar, pero la contraparte no sabía
de tiempos y aprovecharon estos seis años de proceso para llenar el país de
coca y para enriquecerse con el narcotráfico.
Como
en todos los acuerdos o contratos, el desesperado sale perdiendo mientras que
el codicioso arma una estrategia para lograr sus objetivos.
Los
goles más importantes fueron la no entrega de los menores y de las armas, algunos
dirán a cuenta gotas y a escondidas, la justicia especial para la paz JEP y la
impunidad total de los cabecillas. Muchos colombianos no aceptamos ni
aceptaremos nunca que estos asesinos den conferencias y clases de moral por
todo el país.
Pero
adicional a la codicia de las Farc, al presidente le aparecieron otros
codiciosos sin los cuales no podía lograr esta farsa y a todos les dio gusto. Al
Congreso lo llenó de mermelada, a las Cortes les dio prebendas y puestos, a las
Fuerzas Militares les cambió el espíritu de lucha por el espíritu
mercantilista, puestos a familiares etc.
Otros
codiciosos que entraron al ruedo y se aprovecharon del afán del gobierno fueron
los medios de comunicación, los grupos económicos y los contratistas del
gobierno. Cada vez que pienso que han entregado más de 117.000 millones de
pesos en contratos y convenios directos concernientes a la paz desde la
presidencia, entiendo lo fácil que es ganar adeptos con billete.
No
sabemos en qué termine este desastre. Como van las cosas hasta ahora, vamos
mal; mucha improvisación del gobierno y la contraparte no se ha saciado. Ahora
seguro irán por sus enemigos históricos con anuencia del gobierno aprovechando
esta justicia que se inventaron justo para eso.
Cómo
cambiaría todo si el presidente en sus comentarios tan frecuentes pidiera que
cayera todo el peso de la ley sobre los corruptos, así sean de su gobierno, en
vez de defender a capa y espada lo indefendible.
La
mezcla de corrupción, impunidad y anti política es una receta muy peligrosa
para unas elecciones sin candidatos sobresalientes. Tenemos que estar atentos
para que no nos metan un autogol.
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