La
cooperación internacional, que parecía ser una de las principales fortalezas
del acuerdo de La Habana, se ha convertido en un palo en la rueda. No es que
estén saboteando el proceso, es que creen que ayudan haciendo determinadas
cosas que realmente lo perjudican.
El
principal problema de la ayuda externa en conflictos como el colombiano es que
termina la comunidad internacional apoyando a ciegas una de las partes, sin
conocer realmente los orígenes del conflicto y las desviaciones que ha tenido.
El
gobierno Santos desde el inicio de estos diálogos se la jugó con veedores
internacionales, el problema fue que para darle confianza a las Farc los países
escogidos son abiertamente parcializados hacia ellos. Tanto Cuba, como
Venezuela y Noruega han mostrado su simpatía hacia las Farc, el caso de Chile
sería la excepción, pero ¿quién se acuerda que Chile era un veedor?
Venezuela
y Cuba, países poco democráticos, del foro de Sao Paulo, del Socialismo del
siglo XXI, con unos presidentes y dictadores desprestigiados como Maduro y los
hermanos Castro, terminaron moviendo la balanza hacia el No. Claramente los
colombianos no queremos vivir como ellos.
El
caso de Noruega es diferente. Un país desarrollado, sin problemas económicos,
pero por eso mismo totalmente ajeno a nuestros problemas, tanto así que en esa
región de Europa las Farc son consideradas con unos Robin Hood, que defienden a
los pobres y que quieren justicia social, cuando la realidad es otra para los
colombianos. Son simplemente un grupo narcoterrorista.
El
resto de la comunidad internacional que entró a la fiesta lo hizo de buena fe,
y de la misma manera que lo hubiera hecho Colombia por cualquier país ante la
pregunta si está o no de acuerdo en que se firme la paz. Es claro que están mal
informados de nuestro conflicto. Nada más pensar que Kerry se haya reunido con
los cabecillas de las Farc siendo estos terroristas y narcotraficantes es, a mi
modo de ver, un tema de mala información.
Después
del triunfo del No en el plebiscito los colombianos tenemos la oportunidad de
redirigir los acuerdos a lo que realmente queremos, y debemos hacerlo solos.
Hay que darle las gracias a la comunidad internacional, pero hay que lavar
nuestros trapos sin la ayuda de nadie. Los paracaidistas nunca dejan que nadie
les guarde el paracaídas cuando va a saltar, eso debemos hacer nosotros, hacer
el acuerdo a nuestra medida.
Estoy
seguro que el nuevo acuerdo será mucho mejor que el que firmaron tantas veces
el gobierno y las Farc, y que se logrará un acuerdo para todos los colombianos.
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