miércoles, 27 de julio de 2016

Tenemos que ganar las guerras

Para parafrasear al gobierno, pensemos que en Colombia llevamos más de 50 años en guerras y, seguramente, una de estas es la guerra frente a las Farc. Pero realmente el colombiano guerrea todos los días por cosas que él considera más importantes y a las cuales el gobierno Santos no les ha puesto el más mínimo cuidado.

Según la última encuesta de Ipsos, los principales problemas que aquejan a los colombianos son la inseguridad urbana, el desempleo, la crisis económica, la corrupción, el costo de vida y -hasta el sexto lugar- está el tema de la paz. Sin embargo, este ha sido el programa bandera del gobierno sin ser un tema tan relevante para los colombianos.

La guerra contra la inseguridad urbana de lejos la va perdiendo el gobierno, quien además ha sacado adelante normas que agrandan el problema. El tema de la dosis mínima, de la aprobación del consumo de marihuana medicinal, la indiferencia ante las ollas que hay en todas las ciudades, el auge del microtráfico, y la impunidad al mayor cartel de la droga hacen inviable ganar esta guerra.

Sobre el desempleo hay que anotar que ha venido bajando así no estén libres de cuestionamientos los dos factores que han ayudado a esto. El primero es el cambio de la metodología que se usa para medición, en donde una persona que haya trabajado una hora en la semana se considera que no es desempleado, el segundo es el empleo público que en este gobierno ha crecido bastante.

La crisis económica ha derivado en un aumento de la inflación que cogió por sorpresa al gobierno y pesar de las continuas alzas en la tasa de interés por parte del Banco de la República no ha podido doblegarla. Uniendo esto con el costo de vida obtenemos una guerra perdida en la cual la población vulnerable es la más afectada recibiendo esa inflación como el peor impuesto posible.

Aunque la lucha contra la corrupción debería ser la principal guerra a ganar, esta no solamente ha sido relegada si no que el gobierno, para lograr sus objetivos, la ha aumentado en niveles nunca antes vistos. La mermelada para políticos afines al gobierno, la ayuda gubernamental en la elección de alcaldes y gobernadores con mala reputación, pero dispuestos a acompañarlos, y la entrega de contratos a empresarios alineados es alarmante.


Definitivamente Colombia necesita cambiar de rumbo, que la persona que rija los destinos del país esté alineada con los problemas que más aquejan a los colombianos. Debemos, ese 66% que estamos en desacuerdo en cómo se está manejando el país, conseguir un candidato para el 2018 probo, que pueda hacer la diferencia, que esté alejado de los vicios de política tradicional, que esté dispuesto a darse la pela por un país que verdaderamente lo necesita, y que no le guste el poker. Esa es la próxima guerra a ganar.

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