Durante
toda la semana busqué información pensando sobre que escribir la generosa
columna que me publican en “Los Irreverentes”, Colombia es un país de muchos y
diversos temas de interés, pero nuestro presidente solo quiere que hablen de
él; que hablen bien o mal, pero que hablen. Sus salidas en falso dan para
libro, la última, por el lugar donde la dijo, maltrata la inversión extranjera
en el país.
El
país está dividido entre los que piensan que los acuerdos que están pactados en
La Habana son perjudiciales para el país, y el resto, un grupo de personas que
siempre han sido indiferentes a la política y a todo, que no les ha importado
ni informarse sobre lo que se está firmando y entregando y que firmaran lo que
sea, pero, que al final son más.
Y
todo el problema es la falta de información “amplísima” que deberíamos tener
todos los colombianos para entender qué se esta firmando. Desafortunadamente,
esa información no existe, en los acuerdos que se pueden revisar a través de
internet no están los temas de relevancia ni el cómo de estos. Esto hace que
exista la Resistencia Civil, y que el gobierno haya tenido que comprar al
Congreso para pasar las leyes que necesita para firmar a su gusto.
Por
primera vez en la historia de Colombia un Congreso entrega sus derechos de
legislar y reformar la Constitución a una guerrilla narcotraficante, inclusive,
sin conocer que va a quedar pegado en la Constitución -porque nadie sabe el
grueso de los acuerdos-.
Pasaremos
a la historia mundial por tener la Constitución más larga y confusa del mundo,
la que más derechos fundamentales tiene, y el Estado que menos los cumple.
Al
final lo que mejor ha hecho el gobierno Santos ha sido el manejo de los medios,
los tiene todos a sus pies y por eso los colombianos no tenemos la información
amplísima que deberíamos tener. Solamente tenemos publirreportajes a miembros
del gobierno y la información que esté aprobada desde el Palacio de Nariño. Que
la libertad de prensa en Colombia la haya pisoteado y acabado alguien de la
entraña misma del periodismo es irónico.
Mientras
no tengamos la información suficiente de los acuerdos de La Habana no vale la
pena salir a votar un Plebiscito, por lo tanto, no lo votaré.
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