Aparentemente
el gobierno radicará en el Congreso la tan esperada reforma tributaria
estructural después de la votación del plebiscito independientemente de quién
gane, si el Sí o el No.
Que
uno de los grandes escuderos del presidente haya escrito que el país debería
hacer caso omiso de la regla fiscal, y por ende de las calificadoras de riesgo,
y endeudarse más no deja de asustar ya que, probablemente, el artículo le fue
comentado con antelación a Santos.
Colombia
siempre ha sido un buen pagador, y debe seguir siéndolo, pues la regla fiscal
ha sido un buen parámetro para controlar a demagogos y gastadores compulsivos.
El riesgo hoy son las necesidades de recursos que se necesitan para el mal
llamado posconflicto. No existe chequera que aguante lo que se acordó en La
Habana.
La
reforma tributaria que se presente debe ser muy bien estructurada porque se necesitan
conseguir muchos recursos adicionales, y como ya tenemos una de las tasas de
tributación más altas del mundo, existe el riesgo de afectar el crecimiento y
la inversión extranjera.
Seguramente
se necesite romper paradigmas como incluir productos de la canasta familiar
dentro de los bienes sujetos al IVA y aumentar este impuesto en por lo menos
tres puntos, del 16% al 19%. Se benefician más los estratos altos que los bajos
con las exenciones del IVA en productos básicos.
Pensar
que impuestos temporales siempre se han convertido en permanentes hace hoy
impensable acabar con el GMF y con el impuesto a la riqueza.
Lo
ideal es tener un estatuto tributario simple, que se paguen impuestos por
ingresos y no por patrimonio, ya que esto hace difícil que las amnistías
funcionen, y que disminuya la evasión.
Aumentar
la base de personas que tributen es una buena opción, pero es poco probable. La
concentración de la riqueza en Colombia es muy alta, al igual que el trabajo
informal, entonces el asalariado formal y la clase media han sido los más
perjudicados en las últimas reformas.
Mirando
un poco el desempeño de los diferentes sectores de la economía se debería
pensar en tasas de tributación diferenciales. Por ejemplo, al sector bancario
en Colombia se le puede poner una carga tributaria adicional y seguirá siendo
rentable, mientras que sectores como el agrícola deberían tener tasas de
tributación mas bajas.
Por
último, la reforma que se radique en el Congreso debe tener el margen de
maniobra suficiente para que congresistas puedan cortar y meter sus micos, para
que estos no la dañen y pasemos otra vez con una mala reforma que cubra solo el
hueco fiscal del año.
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